miércoles, 20 de mayo de 2015

No es por dinero


Me paro a pensar sobre el tema de los acaparadores de dinero. De la gente que amasa fortunas ingentes, que sigue generando dinero cuando tiene más del que podría gastar en sus próximas diez vidas. No entiendo esa fijación. Bueno, la entiendo, pero no la comparto. Me resulta enfermiza y nociva, tóxica para el resto.

Pero bueno, no me voy a referir a las personas que dentro de la legalidad del sistema capitalista se jarta de llenarse los bolsillos, aunque sea a costa de prácticas esclavistas, como el señor Amancio Ortega. Los problemillas que ha tenido Inditex en Brasil ya si eso los ponemos sobre el tapete otro día.

Donde me empieza a hervir la sangre es con el tema de la clase política abonada al latrocinio y las corruptelas. No se ponen ni coloraos los hijos de puta. Existe un problema muy grave cuando los propios directivos de las empresas privadas asumen como normal y una manera lícita de agilizar los negocios el corromper a cargos públicos. Que vamos, a la vista está que con poquitas palmas bailan, si no les ponen el caramelo delante, ya se lo buscan ellos.

Y en estas estamos, viendo que no se cansan de llevárselo muerto. Como way of life. Todo lo que puedan. Esquilman los recursos públicos poniéndolos a su servicio personal, con total impunidad y con el más absoluto de los desprecios hacia las personas que los han colocado en su cargo. A la vista está. Solo hay que echar una escucha a las grabaciones aparecidas recientemetes, referidas al aparato político-criminal asentado en la Comunidad Valenciana.

Parece que se aprovisionan para el desierto que están construyendo. De hecho es lo que hacen. A fuerza de convertir España en un erial, nos vamos encabronando el resto. Todos los datos apuntan al crecimiento de la brecha social, de la desigualdad. Los ricos cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.

Esto es, ni más ni menos, lo que está pasando. Y claro, se hace obligatorio preguntarse por qué se sigue legislando a favor de las políticas que lo que hacen es perpetuar esta situación. Por qué desde el lado de los ricos se pretende seguir empobreciendo a la mayoría si lo suyo ya lo tienen resuelto. La respuesta es sencilla. No es por dinero.

No les basta con ser ricos, necesitan que el resto sean cada vez más pobres. Ya que lo que se juegan con ello es seguir manteniendo sus privilegios. Es más, tener cada vez más poder sobre el resto de las personas. Es una cuestión de privilegios, de control sobre los demás.

Ilusos de nosotros, creímos que éramos libres. Menuda falta de respeto por nuestra parte. Rápido se han puesto manos a la obra para bajarnos los humos y recordarnos nuestro lugar. Los amos, otrora indulgentes, nos demuestran que la cosa podría ser peor a base de hacérnoslo pasar peor. “Mirad, podemos joderos cuanto queramos, de hecho lo estamos haciendo”.

Ayer le dijo Manuela Carmena a Esperanza Aguirre que “no somos súbditos”. Parece una obviedad, pero no lo es. A la marquesa hay que recordárselo. Es uno de los máximos exponentes de la impunidad en la que viven los políticos de carrera. De esa sensación que tienen de estar por encima de la legislación vigente, de que las leyes están hechas para todos menos para ellos. Es la encarnación del sentimiento que justifica que no es por dinero. Es porque solo humillando y empobreciendo al resto pueden mantener sus privilegios. Es la élite contra el populacho.


Dimitri Ryznard

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