lunes, 27 de abril de 2015

Qué esperabais, ilusos, sino infamia



Bueno, pues nada, otra vez lunes. ¿Qué, os lo habéis pasado bien el fin de semana? No voy a contaros el mío, tranquilxs , que ya empiezo a estar mayor y resulta un poco deprimente. Lo dicho, aquí andamos, de lunes, y como los lunes me cortan la leche del café me voy a liar con un temita que me trae los cascos calientes desde hace unos días y aún no me había dado por meterle mano.

¿Qué le pasa a la justicia española? Así, como sector profesional. Porque la cosa tiene tela. No voy a entrar (esta vez) en el tema de la masificación de los juzgados, los millones de legajos mal archivados, el proceso de digitalización si es que de verdad existe, en que desaparezcan expedientes según conviene y en todas esas cosas que me dan para un libro. Voy a ir a algo concretito, la Audiencia Nacional y el Tribunal Supremo. Lo que viene siendo la primera división, vaya.

¿Qué coño les pasa? Porque ya bastante tenemos con que quienes legislan sean una manada de desvergonzados que se hacen las leyes a medida, cuando no se las saltan a la torera, y después se defienden entre ellos, sean del partido que sean. Perro no come perro, no vaya a ser que abramos las ventanas para ventilar el olor a podredumbre y se nos lleve el viento a todos. Y esto no es una opinión, se han empeñado en demostrar que es un hecho.

Una manada de sinvergüenzas, eso es lo que son los políticos como Trillo o Martínez Pujalte. Vamos, ni la tienen, ni la han conocido en su vida. Ya que son conservadores, podrían tener la sombra de decencia de conservar alguna buena costumbre, como aquella de que la mujer del César tenía que ser honesta y, además, parecerlo. Hablando a las claras, lo que han hecho es legal, claro que lo es, ya se han encargado de que lo sea todos los de su calaña. Ahora, no es legítimo, y mucho menos honesto. Y la cosa ya toma tintes de comedia (porque os aseguro que ellos se ríen, de nosotros, además) cuando uno de los citados elementos aduce que sus cobros “son legales, aunque no sean éticos”.

Venga, festival. Al ejercicio de la política, la ética se le debe presuponer, señores. Quien no sea capaz de aplicarla, porque se ve que reconocerla la reconocen, a otra cosa. Pero claro, es tan goloso meterse a diputado para generarse situaciones de ventaja en el ámbito de la empresa privada. Si no, ¿de qué? Como si no hubiera ya suficiente. Que para lo que les interesa legislan muy rápido, ya sea por consenso o por decreto a golpe del rodillo de la mayoría absoluta. Absoluta es su mayoría y como absoluto es su desprecio por la gente a la que se supone que representan. Ya no esperan a la puerta giratoria de turno para cobrarse los favores, se lo montan para empezar a trincar siendo aún diputados. Muy bien hecho, señores.

Nos toman por gilipollas, eso ya está demostrado, y como aquí nadie hace nada y la ley ampara algunos de sus comportamientos, entre ellos se van tapando otros, algunos prescriben y cuando, en casos muy remotos, entran en la cárcel, salen en cuatro días, aquí no pasa nada. Living la vida loca.

Para colmo salen personajes como Rudí exponiendo ideas como que si los diputados no pueden compatibilizar su cargo con la actividad privada, el ejercicio de la política quedará abocado exclusivamente a los muy ricos o a los funcionarios de profesión, “como en el siglo XIX”.

Que la desfachatez es mucho más atrevida que la ignorancia ya lo que demuestra esta señora. Qué poquita vergüenza. Como si los sueldos y complementos de los aforados no fuesen ya de por sí bastante más que un salario de esos empleos “de calidad” que se están creando en España, según el Partido Popular. Posibilidad de compatibilizar un palazo en las costillas (ficción figurada con carácter enfático, señores de la brigada de delitos telemáticos) con una declaración pública de disculpa es lo que les tenían que dar.

Pero vamos, que esto es sólo la última entrega. Los partidos mientras con sus rollos de que si la línea roja está en la imputación, en la imputación de un delito concreto, en la apertura de juicio oral. Nada, al final nada de nada. A lo que iba, que me enredo con algo en lo que la judicatura ni siquiera tiene nada que hacer, porque como señalaba el señor Martínez Pujalte es legal (que no legítimo).

¿Justicia, qué coño te pasa? ¿Acaso no será que no vas a ser ciega, que lo que haces es cerrar los ojos o mirar para otro lado cuando conviene? Hay que devolver los favores y ya sabemos que lo de los nombramientos de la judicatura para los cargos que molan va como va. Separación de poderes por los cojones, Montesquieu. La cultura del trapicheo no entiende de democracias, y aún así se filtra en ellas hasta las entrañas. Y esto a razón de qué, os diréis. Pues nada, Que la Audiencia Nacional reduce la fianza social del caso Bankia en un nada desdeñable 96%. Toma rebajas, ni a verano hemos tenido que esperar. Y de la misma tacada el Supremo redunda en la inhabilitación a Elpidio Silva por prevaricación. Con el agravante de que tendrá que indemnizar a Blesa, para reírse por no llorar.

Total que eso, nada nuevo bajo el sol. ¿No?


Dimitri Ryznard

jueves, 23 de abril de 2015

El Día del Libro no libro



Vaya, que es 23 de abril otra vez. Qué rápido pasan los años cuando no estás esperando a que de la hora de fichar para salir del curro. Es curioso, el carácter viscoso del tiempo como fluido, tan elástico y maleable a veces, tan espeso, indeformable e inexorable otras. 

Mira que lo de leer a mí me gusta. Creo que eso salta a la vista. A veces hasta me atrevo a ir escribiendo alguna cosilla. Pero los fastos estos y la fiebre que le entra a las personas, y a las editoriales más aún, ya me dan un poco más de dentera.

Que quiero decir que está muy bien escribir libros; es un trabajo muy loable, de normal poco reconocido y muchas veces no demasiado agradecido. Pero ya huele eso de que la novela de tal o de cual autor más o menos famosete salga antes de navidad, a principios de abril o antes de la feria del libro.

No es por tirar piedras a mi propio tejado, pero me molesta un poco la que se lía por estas fechas. Dicen que no es bueno cagar donde se come, y que perro no come perro, pero debo ser un perro famélico y caníbal cagando en el cuenco de Friskies. Resulta que de un día para otro, nunca mejor dicho, todo el mundo es bibliófilo (no de follar, que os veo venir). Que en un país con los hábitos de lectura del nuestro, la gente se levanta con el Hannibal Lector subido, decididos a devorar páginas, y les da por coger 'Crimen y castigo' por banda como el que se apunta al gimnasio el día dos de enero y paga la cuota del año entero.

Y las editoriales encantadas, en unos sitios más que en otros. Porque lo del libro y la rosa no me digas tú que no les ha quedado cuco. Hilan fino, sí. Casi casi como el día del padre o de la madre. Entre los dos justo cae. Pero puestos a decir verdades, la gran mayoría de mujeres que conozco prefieren el libro a la rosa, así que ya es hora de ir revisando tradiciones.

Pues eso, que nos plantamos en este día tan señalado, con tanto significado, y a todo el mundo le da por hablar de un tipo de objeto que muchos llevan años sin siquiera tocar, no digamos ya habrir. Y es que queda muy cooltureta hablar de tal o cual libro en los coffee breaks de nuestra ajetreada vida, mientras saboreamos un Latte-Machiato del Starbucks sin apartar la vista de la pantalla de nuestro smartphone más de treinta segundos, con un ojo mirando al cacharro y el otro, camaleónico, mirando a los conversantes. No sé cómo lo hacen. A mí, que no tengo muy desarrollada la visión periférica, me parece una habilidad inquietante.

Pero bueno, que la festividad en sí, ni fu ni fa. Vamos, que no dan libre en el trabajo. Vivimos en la era del día internacional de. Es más, no sé cómo aún no se ha proclamado el Día Internacional de los Días Internacionales. El del libro dí que sí que tiene un poquito más de arraigo, como más enjundia, pero tampoco es la cosa como para tirar cohetes.

Otro asunto que no entiendo es que la UNESCO pusiera de fecha, pudiendo elegir, la del aniversario de la muerte de tres ilustres literatos en tan aciago día de 1616. Que ni siquiera es verdad del todo, porque se hicieron la picha un lío con el tema de los calendarios gregorianos y julianos con uno, con otro entre la fecha de la muerte y la del entierro... Vamos, un jaleo de estos que se entierra con el paso del tiempo y la unificación normativa. ¿23 de abril? Venga, nos vale. Ahora, que digo yo que crear un día específico para apoyar la lectura cogiendo como referencia una fecha de defunción es de ser un poco cabrones, ¿no? 

En resumen, que lo veo un poco descabezado todo esto, pero que es así. El Facebook y el Instagram se me llenan de fotos de libros y rosas, de citas de autores, de títulos de clásicos y de obras destinadas a ser los best sellers de este año y a mí me entra temblera. No por nada, está muy bien que por un una vez al año, que dicen que no hace daño, a todos nos de por leer. O por hacer el propósito. O por decir que leemos, o que sabemos leer. Pero a mí con el Día del Libro me pasa como con el Día de la Mujer Trabajadora, que es todos los días del año. Y a mi madre le agradezco esas dos cosas, entre muchas otras.


Pd. Mamá, te quiero. Que nunca está de más decirlo y así se piensa la gente que tengo corazón y que en el fondo no soy tan cabrón como parece.


Dimitri Ryznard

miércoles, 22 de abril de 2015

Mis delincuentes favoritos.



Pueden quitárnoslo todo. No solo lo material. Esos torturadores profesionales que conforman los enrevesados mecanismos del mundo que han preparado para nosotros, que es distinto al que preparan para ellos, por descontado, pueden reducir a una persona a escombros.

En una realidad configurada por el apego a las pertenencias como base, que fomenta el consumo irresponsable y por pulsión como combustible del motor productivo, que además de insostenible, se erige como gran creador de organigramas de represión establecidos y perpetuados, te quitarán lo que es tuyo. Primero aquello de lo que puedes prescindir sin demasiados problemas; tus aficiones, el ocio y la cultura. Vamos, eso que te dirán que son lujos superfluos, pero que no lo son. Después tus ahorros, tu sueldo, tu casa, tu medio de transporte... Todo aquello que te pueda dar una cierta libertad porque, no te engañes, el dinero compra libertades.

Una vez hayan hecho eso, te despojarán de lo que de verdad te pertenece. Tus planes, expectativas y sueños. Tu identidad y tu dignidad, eso que te hace persona. Dejarás de ser un ser humano para convertirte, únicamente, en recurso humano.

Luego estigmatizarán tu situación, harán creer a la sociedad que tu fracaso es exclusivamente culpa tuya, que este sistema asesino no tiene nada que ver, cuando es el que te aboca al desastre. Individuos con mejor estatus social que tú, tan atomizados que han perdido toda empatía y solidaridad, con ese mensaje interiorizado y grabado a fuego, lo repetirán una y otra vez como dogma: "La culpa de tu situación es solo tuya, maldito fracasado victimista. Qué tal sí dejas de protestar y te sacrificas y trabajas."

El problema real viene cuando consiguen romper tu capa de impermebilidad y ese mensaje logra calar hondo dentro de ti. La frustración, la culpa, la apatía y finalmente la depresión. Pensarás que quizá tienen razón y que la culpa es tuya. Te sacrificarás y trabajarás, pero seguirás fracasando. Y sé que fracasarás porque en el mejor de los casos te adecuarás a lo que quisieron imponerte desde un principio y que te pareció mal. Harás más a cambio de menos en el mundo que esos torturadores profesionales han preparado para ti, para hacer posible el mundo que disfrutan ellos.

Si aún así sigues pensando por ti mismo, si no te has rendido a ese discurso dominante que han conseguido inocular en la mayoría de ciudadanos, que actúan como altavoces de la arenga del "tu fracaso es solo culpa tuya", irán a por ti. Las leyes las ponen ellos, y las pondrán en tu contra. No lo dudes. No será raro que des el salto de paria social a delincuente tipificado, porque la pobreza se estigmatiza y criminaliza, igual que el pensamiento libre y cualquier iniciativa de solidaridad. Así que olvídate de la autogestión. Si no es mediante los canales institucionales, tu solidaridad será delito. Y si viene de las instituciones es limosna con la que lavar la cara, y la imagen, de su aparato excluyente.

En el peor de los casos, ellos, los torturadores profesionales, te terminarán de despojar lo poco que te queda: la autoestima, la capacidad de respirar, las ganas de seguir viviendo, incluso de los latidos de tu corazón. Lo llaman respuesta a la resistencia a la autoridad, lo llaman cárcel. Lo llamo muerte.

Yo solo puedo decirte que seas fuerte. Que antes de nacer ya estábamos muertos.


Dimitri Ryznard.

lunes, 20 de abril de 2015

Pasen y vean


Pues nada, aquí estamos. No sé muy bien qué es lo que me ha traído hasta aquí. O quizá sí, pero no veo oportuno ponerme a enumerar mis razones. El caso es que, como ya he dicho, aquí estamos. Puede que algunos me conozcáis de otros proyectos como 'La Historia de Otro' o la ya derruida 'Tasca del Polaco'. Para los que no, me voy a presentar.

Soy Dimitri Ryznard, escritor a tiempo parcial y pensador a tiempo completo. No uno de esos que se erige como intelectual de turno planteando sesudas disquisiciones, que busca siempre ese tono elevado e instructivo que haga a los demás alcanzar un conocimiento del que antes carecían. Vamos, que no soy un pedante. No tengo ínfulas de iluminado y realmente me la sudan bastante los debates intelectualoides en los que solo hay gente midiendo quién la tiene más larga. Yo he venido aquí a hablar de mi libro, y punto.

Se podría decir que tengo un hobby: leer periódicos. Sí, ya sé que es como muy decimonónico. Esa imagen del señor de la casa con anteojos y batín, fumando en pipa al calor de la chimenea, escondiendo su cara tras un gran pliego de papel tamaño sábana. Bueno, es posible que empezase así, para qué vamos a negarlo. Pero señores, como pueden ver tengo Internet, y las cosas van cambiando.

Lo que quiero explicar con esto es que soy de esa gente que sigue la actualidad. Que hasta se indigna con ella a veces. Y la verdad es que la actualidad actual, no nos vamos a engañar, está puntiaguda. Así que más a mi favor para liarme la manta a la cabeza y abrir el chiringuito.

De mi consumo habitual de periódicos y otros soportes informativos se desprende una conclusión, que si bien es mía, seguro que más de diez o doce en todo el mundo comparten: la cosa está pelín jodida. Vamos, que no sé yo si es por la precarización de las redacciones (que aunque nadie lo diría, la hay, eh, que he visto cosas), porque los medios públicos están manipulados por los gobiernos de turno y los privados por los intereses de los propietarios, porque los anunciantes mandan o porque el espíritu de Kapuscinski aún no se ha liado a repartir hostias como hogazas de pan. Pero que por algo es, supongo. Llamémoslo X.

El caso es que he pensado que es buen momento para abrir una tribuna de opinión personal e intransferible, diciendo lo que me parezca sobre el tema que en ese momento me interese, sin tener muy en cuenta el rigor. Vamos, como lo hacen a día de hoy los medios de comunicación: SIN NINGÚN CRITERIO.

Así que dicho lo dicho, pasen y vean.


Dimitri Ryznard.