miércoles, 22 de abril de 2015

Mis delincuentes favoritos.



Pueden quitárnoslo todo. No solo lo material. Esos torturadores profesionales que conforman los enrevesados mecanismos del mundo que han preparado para nosotros, que es distinto al que preparan para ellos, por descontado, pueden reducir a una persona a escombros.

En una realidad configurada por el apego a las pertenencias como base, que fomenta el consumo irresponsable y por pulsión como combustible del motor productivo, que además de insostenible, se erige como gran creador de organigramas de represión establecidos y perpetuados, te quitarán lo que es tuyo. Primero aquello de lo que puedes prescindir sin demasiados problemas; tus aficiones, el ocio y la cultura. Vamos, eso que te dirán que son lujos superfluos, pero que no lo son. Después tus ahorros, tu sueldo, tu casa, tu medio de transporte... Todo aquello que te pueda dar una cierta libertad porque, no te engañes, el dinero compra libertades.

Una vez hayan hecho eso, te despojarán de lo que de verdad te pertenece. Tus planes, expectativas y sueños. Tu identidad y tu dignidad, eso que te hace persona. Dejarás de ser un ser humano para convertirte, únicamente, en recurso humano.

Luego estigmatizarán tu situación, harán creer a la sociedad que tu fracaso es exclusivamente culpa tuya, que este sistema asesino no tiene nada que ver, cuando es el que te aboca al desastre. Individuos con mejor estatus social que tú, tan atomizados que han perdido toda empatía y solidaridad, con ese mensaje interiorizado y grabado a fuego, lo repetirán una y otra vez como dogma: "La culpa de tu situación es solo tuya, maldito fracasado victimista. Qué tal sí dejas de protestar y te sacrificas y trabajas."

El problema real viene cuando consiguen romper tu capa de impermebilidad y ese mensaje logra calar hondo dentro de ti. La frustración, la culpa, la apatía y finalmente la depresión. Pensarás que quizá tienen razón y que la culpa es tuya. Te sacrificarás y trabajarás, pero seguirás fracasando. Y sé que fracasarás porque en el mejor de los casos te adecuarás a lo que quisieron imponerte desde un principio y que te pareció mal. Harás más a cambio de menos en el mundo que esos torturadores profesionales han preparado para ti, para hacer posible el mundo que disfrutan ellos.

Si aún así sigues pensando por ti mismo, si no te has rendido a ese discurso dominante que han conseguido inocular en la mayoría de ciudadanos, que actúan como altavoces de la arenga del "tu fracaso es solo culpa tuya", irán a por ti. Las leyes las ponen ellos, y las pondrán en tu contra. No lo dudes. No será raro que des el salto de paria social a delincuente tipificado, porque la pobreza se estigmatiza y criminaliza, igual que el pensamiento libre y cualquier iniciativa de solidaridad. Así que olvídate de la autogestión. Si no es mediante los canales institucionales, tu solidaridad será delito. Y si viene de las instituciones es limosna con la que lavar la cara, y la imagen, de su aparato excluyente.

En el peor de los casos, ellos, los torturadores profesionales, te terminarán de despojar lo poco que te queda: la autoestima, la capacidad de respirar, las ganas de seguir viviendo, incluso de los latidos de tu corazón. Lo llaman respuesta a la resistencia a la autoridad, lo llaman cárcel. Lo llamo muerte.

Yo solo puedo decirte que seas fuerte. Que antes de nacer ya estábamos muertos.


Dimitri Ryznard.

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